jueves, 27 de enero de 2011

Balance de cincuenta años de ecumenismo, por el obispo Brian Farrell, L.C.

Al final de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el obispo Brian Farrell, L.C., secretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, hace en esta entrevista publicada en "L'Osservatore Romano" un balance del estado actual del ecumenismo.
--El Consejo Pontificio ha celebrado recientemente el quincuagésimo aniversario de fundación. ¿Se mantiene en la Iglesia católica el espíritu que animó su nacimiento con el Papa Juan XXIII?
--Monseñor Farrell: Efectivamente, el 17 de noviembre pasado conmemoramos con un solemne acto público el quincuagésimo aniversario de la creación del "Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos", que Juan XXIII quiso intensamente e instituyó junto a las otras comisiones encargadas de preparar el Concilio Vaticano II. Convencido que todo el trabajo del Concilio debería estar impregnado del deseo del restablecimiento de la unidad, quiso, como claro signo de tal deseo, la presencia de observadores de otras iglesias y comunidades eclesiales en el mismo Concilio. Me parece casi un milagro de la Providencia el hecho que más de dos mil obispos llegados a Roma para dar inicio al Concilio, en 1962, muchos de los cuales formados en una teología de la "exclusión", según la cual ortodoxos y protestantes --cismáticos y heréticos, en la terminología usada entonces-- estaban simplemente fuera de la Iglesia, tres años después produjeron el decreto Unitatis redintegratio, que reconoce una real, aunque incompleta, comunión eclesial entre todos los bautizados y entre las iglesias y comunidades eclesiales. Esta renovada perspectiva, en perfecta armonía con la antigua eclesiología de los Padres, tuvo enormes consecuencias por el nuevo modo en que los católicos se relacionaron con los demás cristianos y con sus comunidades, y por la irrevocable adhesión de la Iglesia católica al movimiento ecuménico. Juan XXIII habló de un "paso adelante", un ver la tradición de siempre con una nueva visión, abriendo así caminos nuevos para la Iglesia hacia esa unidad visible que le es propia. Esta transformación se ha debido en gran parte, además de a la gracia del Espíritu Santo, naturalmente, al intenso trabajo del primer presidente del "Secretariado para la promoción de la unidad", el cardenal Agustín Bea, y a sus colaboradores.
--¿Cuánto ha quedado del trabajo de los primeros años del Consejo Pontificio?
--Monseñor Farrell: Ha quedado todo, por cuanto toca a la enseñanza del Concilio sobre principios que gobiernan la búsqueda de la unidad. Los cincuenta años que han pasado desde entonces testimonian cuán fecunda ha sido esa enseñanza en la vida concreta de la Iglesia y para el mundo cristiano en su totalidad. En el acto conmemorativo antes mencionado, además del importante mensaje del Papa Benedicto XVI llevado por el secretario de Estado, el cardenal Bertone, tres grandes figuras del mundo ecuménico --el cardenal Walter Kasper, presidente emérito de nuestro Pontificio Consejo; el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams; y el metropolita Ioannes de Pérgamo, eximio teólogo del patriarcado ecuménico-- subrayaron que es fundamental y urgente para el desarrollo histórico actual el que los cristianos puedan hablar y trabajar juntos, no sólo en defensa de la libertad, y de la libertad religiosa en primer lugar, sino para afrontar con esperanza de éxito los enormes retos que afronta la humanidad.
--Pero algunos hoy se confiesan su decepción ante los resultados tras tanto esfuerzo...
--Monseñor Farrell: Quien piensa así no tiene en cuenta la realidad. El Papa Juan Pablo II, en su magnífica encíclica Ut unum sint, escribió que probablemente el fruto más precioso del ecumenismo es la "fraternidad redescubierta" entre los cristianos. A las jóvenes generaciones les cuesta comprender todo lo que han mejorado las cosas. En el pasado los cristianos divididos se evitaban, no se hablaban; las iglesias tenían actitudes de recíproco conflicto y rivalidad, incluso de acciones verdaderamente escandalosas, que minaban la misma misión evangelizadora. Se can todavía, aquí y allá, signos de este tipo, pero está cada vez más consolidado que tal modo de actuar no es aceptable: no es de Dios. Si consideramos "el diálogo de la vida", es decir, el vasto mundo de los contactos, de colaboración, de solidaridad entre cristianos, no hay lugar a la desilusión. Si pensamos en el "diálogo de la verdad", es decir, en la búsqueda de la superación de los elementos teológicos de divergencia, también aquí se ha logrado muchísimo, incluso la resolución de antiguas controversias cristológicas, y ha sido sustancialmente superado incluso el aspecto más profundo de la divergencia entre católicos y reformados sobre la justificación, es decir, sobre cómo actúa en nosotros la salvación. Hay que tener en cuenta que en las cuestiones doctrinales será siempre necesario actuar cauta y lentamente, porque debemos estar seguros de avanzar en la fidelidad al depósito de la fe, de llegar a un acuerdo sobre la base de la verdadera Tradición.
--Sin embargo, ¿en el diálogo teológico han aparecido nuevas dificultades con los ortodoxos?
--Monseñor Farrell: Estamos examinando el punto crucial de nuestras diferencias sobre la estructura y el modo de ser y de operar de la Iglesia: la cuestión del papel del obispo de Roma en la comunión de la Iglesia en el primer milenio, cuando la Iglesia en occidente y en oriente estaba aún unida. Después de profundos estudios y discusiones, los miembro de la Comisión Teológica se han dado cuenta de la enorme diferencia que se da entre la experiencia histórica vivida, asimilada y narrada en la cultura occidental y la experiencia histórica percibida en la visión oriental de las cosas. Todo evento histórico está abierto a diversas interpretaciones. La discusión no ha desembocado en una real convergencia. Pero es también verdad que, para encontrar un consenso, lo que cuenta desde el comienzo es desvelar los principios doctrinales y teológicos que estaban en acto en aquellos eventos y que son decisivos para permanecer fieles a la voluntad de Cristo para su Iglesia. Así se ha decidido preparar un nuevo documento de base en clave teológica. Estoy convencido que es el camino adecuado. Por tanto, cuando se habla de nuevas dificultades, no se trata de dificultades insuperables, sino de una verdadera oportunidad. Está claro que la discusión no será ni fácil ni breve. Me parece, sin embargo, que se está extendiendo la convicción de que la unidad es posible; las circunstancias del mundo de hoy mueven a las iglesias en esta dirección. A mi parecer es urgente que la teología católica elabore una visión más concreta, un modelo de lo que nos espera en el momento de la plena comunión visible. De este modo los hermanos ortodoxos podrán tener confianza, superando los miedos atávicos provocados por la presunción de superioridad típica de occidente. Tendremos seguramente que reafirmar cuanto ha dicho el Concilio sobre la igual dignidad de todos los ritos, del respeto debido a las instituciones, tradiciones y disciplinas de las iglesias de oriente y tantas otras cosas.
--¿Y con los protestantes?
--Monseñor Farrell: En 2009 el cardenal Kasper publicó un importante estudio, titulado "Harvesting the Fruits" (Cosechando los frutos), que examina en profundidad más de cuarenta años de diálogo ecuménico entre el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y las principales comunidades eclesiales mundiales. Quedan divergencias significativas y tal vez aparecen nuevas; pero es sorprendente descubrir cómo las controversias del siglo XVI son percibidas ahora desde una nueva luz que amortigua la insistencia sobre las posiciones tomadas; entendemos así que somos menos distantes en muchos puntos esenciales. Es verdad, las principales dificultades residen en la diversa concepción de lo que es la misma Iglesia querida por Cristo. La pregunta no es abstracta: "¿qué es la Iglesia?", sino también concreta: "¿dónde está la Iglesia y dónde se realiza su plenitud?". Sobre esto hay mucho que hacer todavía.
--Este es el trabajo de los expertos, ¡pero el ecumenismo debería involucrar a todos!
--Monseñor Farrell: Ciertamente. Los diálogos continuarán porque son el camino maestro de la obediencia a la voluntad del Señor por la unidad de sus discípulos en la verdad. Pero tienen sentido y serán fructuosos sólo si están sostenidos por todo el cuerpo viviente de la Iglesia. Son las iglesias, las comunidades de los creyentes, las que deberán converger en la unidad. Hoy debemos regresar a los orígenes del movimiento ecuménico y descubrir "el ecumenismo espiritual". La oración, la conversión del corazón, el ayuno y la penitencia, la purificación de la memoria, la purificación del modo de hablar de los demás: esta sensibilidad espiritual, presente al inicio del movimiento ecuménico, es el centro del ecumenismo y es un deber de todos. El ecumenismo espiritual no es monopolio de los expertos; todos los cristianos pueden ser protagonistas de este movimiento. Un aspecto particular que se encuentra en la base de todo ha sido subrayado en el Sínodo de los obispos sobre la Palabra de Dios, retomado en la exhortación apostólica Verbum Domini de Benedicto XVI: escuchar, orar y reflexionar unidos sobre la Escritura "un camino que se ha de recorrer para alcanzar la unidad de la fe, como respuesta a la escucha de la Palabra". Por la Escritura nos hemos dividido, en torno a la Escritura debemos reencontrarnos. ¡Hagamos entonces de la Sagrada Escritura el corazón del ecumenismo! En ese documento el Santo Padre ha recordado también la importancia ecuménica de la traducción de la Biblia. Lejos de toda cerrazón, el Santo Padre nos impulsa a avanzar en el camino de la búsqueda de la unidad.
--¿Qué espera de esta semana de oración por la unidad?
--Monseñor Farrell: La semana de oración por la unidad de los cristianos que estamos celebrando este año está inspirada en la frase de los Hechos de los Apóstoles que describe la primera comunidad de Jerusalén: estaban "unidos en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partir el pan y en la oración". Así nos ponemos de frente a lo que significa ser Iglesia como comunión, en la verdad, en el amor, en los hechos. Los textos para esto año fueron preparados en Jerusalén; los cristianos de la "Ciudad Santa" nos exhortan a todos nosotros a descubrir los valores que tuvieron unidos a los primeros discípulos y nos invitan a un renovado empeño a favor de un ecumenismo genuino fundado sobre el modelo de vida de la primera comunidad cristiana. Sobre la base de su experiencia en Tierra Santa, en Oriente Medio, los cristianos de Jerusalén nos dicen que la unidad por la cual rezamos es condición necesaria para conseguir la justicia, la paz y la prosperidad de todos los pueblos. Espero que esta semana nos haga entender seriamente, también a nosotros católicos, que la búsqueda de la unidad no puede ser dejada para el momento en el cual todos los problemas religiosos y pastorales quedarán resueltos: ella es condición esencial para superar todos los demás problemas. El Señor ha dicho algo maravilloso y tremendo al mismo tiempo: que seamos una misma cosa "para que el mundo crea". La Iglesia existe para evangelizar, pero no podrá ofrecer el Evangelio de manera convincente mientras los cristianos persistan en sus divisiones. La búsqueda de la unidad no es un lujo; es un deber perentorio de la fe.

Los anglicanos honran al cardenal Kasper con la Cruz de Lambeth

El ex presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos fue homenajeado por el arzobispo anglicano de Canterbury con una cena y con la concesión de la Cruz de Lambeth.
El arzobispo anglicano Rowan Williams fue el anfitrión de la cena en honor al cardenal Walter Kasper el pasado jueves, con el apoyo del club Nikean, asociación ecuménica de la Iglesia de Inglaterra.
Durante la noche el cardenal fue galardonado con la Cruz de Lambeth, que se concede a los líderes religiosos que han ofrecido un servicio excepcional a la causa de la unidad de los cristianos, y en particular en la comunión con los anglicanos.
En un discurso realizado esa noche, el cardenal Kasper expresó “mi profunda gratitud y mi alta estima” para el arzobispo y sus colaboradores, “que siempre fueron muy serviciales con los oficiales del Consejo Pontificio”.
El prelado señaló concretamente que durante la visita que Benedicto XVI realizó a Reino Unido el pasado septiembre, el Papa “fue bien recibido por Su Majestad la Reina, por el arzobispo de Canterbury, por el gobierno y especialmente por la gente, fueran anglicanos o católicos”.
“Sabemos que la unidad de la Iglesia no es un fin en sí misma”, dijo, “sino que ayuda a cumplir la misión de la Iglesia que consiste en difundir el Evangelio y sus valores en un mundo que lo necesita mucho, a fin de lograr más justicia, libertad y paz”.
“De un modo particular”, añadió el cardenal, “nuestro viejo continente europeo con su gran herencia cultural pero también una confusa desorientación espiritual, necesita una nueva guía espiritual y una nueva evangelización”.
“Sólo juntos podemos hacerlo y deberíamos intentar hacerlo lo más unidos que podamos”, dijo.
También el cardenal Kasper afirmó, “es nuestra responsabilidad común cumplir la última voluntad de Nuestro Señor “Que todos seáis uno, para que el mundo crea”.
Aseguró a sus oyentes que “el Santo Padre, mi sucesor en el Consejo Pontificio y la Iglesia católica romana en su conjunto tienen la voluntad y la decisión más que nunca de continuar este camino de diálogo sincero que comenzamos tras el Concilio Vaticano II, hace casi cincuenta años”.
Retos
El prelado reconoció algunos de los problemas a los que se enfrenta este diálogo, el primero de todos en la definición de “¿qué significa ser la única Iglesia de Cristo entre las muchas iglesias?”
Añadió, “¿Qué significa darse cuenta de que esta catolicidad, en sí misma no confesional, abarca todo el significado original?”
Sabemos que ésto toca el problema de la primacía”, observó el cardenal, “lo que para ambos no es una cosa sencilla, porque esto, además de las cuestiones teológicas que surgen, está profundamente arraigado en la conciencia de este país y en su historia y también en nuestras convicciones católicas”.
El cardenal Kasper destacó un segundo reto: “¿Cómo acercarnos con nuestro mensaje a esta mentalidad moderna o postmoderna en nuestra sociedad occidental secularizada y plural?”
“Aquí aparecen problemas éticos y pastorales y nuestra fidelidad al mensaje del Evangelio es desafiada”, afirmó, reconociendo el esfuerzo por definir “fidelidad más allá del fundamentalismo y liberalismo”
Estas “no son preguntas fáciles”, afirmó el prelado, “pero por el bien de nuestra gente no nos podemos permitir ceder”.
Añadió, “ es nuestro deber hacerlo lo mejor posible con el fin de encontrar respuestas comunes, esta es nuestra intención en el nuevo comienzo de la tercera fase de las conversaciones de nuestra Comisión Internacional Anglicana-Católica”
El cardenal expresó su esperanza debida a “el crecimiento y aumento de la cooperación ecuménica y espiritual entre los grupos y comunidades de diferentes iglesias en las oraciones cotidianas y en las reuniones donde juntos leen la Biblia, intercambiando experiencias espirituales y rezando juntos”.
“El ecumenismo no está muerto”, afirmó, “está vivo y está entrando en una nueva y esperanzadora fase de su historia”.

La Unidad, imperativo moral

La unidad, imperativo moral

En la tarde del 25 de enero, en la Basílica de San Pablo fuera de los antiguos muros de Roma, el Santo Padre Benedicto XVI ha presidido la celebración de las segundas vísperas de la solemnidad de la Conversión de san Pablo Apóstol, como conclusión de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos sobre el tema: “Unidos en la enseñanza de los Apóstoles, en la comunión fraterna, en el partir el pan y en la oración” (cfr. Hch 2,42). Han asistido a la celebración los Representantes de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales presentes en Roma.
En la Homilía el Papa ha recordado los “significativos pasos adelante” cumplidos por el movimiento ecuménico en el curso de las últimas décadas, con todo, “estamos aún lejos de esa unidad por la que Cristo rezó, y que encontramos reflejada en el retrato de la primera comunidad de Jerusalén”. Benedicto XVI ha subrayado que “La unidad a la que Cristo, mediante su Espíritu, llama a la Iglesia, no se lleva a cabo sólo en el plano de las estructuras organizativas”, ni puede reducirse “a un reconocimiento de las diferencias recíprocas y a la consecución de una convivencia pacífica: lo que anhelamos es esa unidad por la que Cristo mismo rezó y que por su naturaleza de manifiesta en la comunión de la fe, de los sacramentos, del ministerio. El camino hacia esta unidad debe ser advertido como imperativo moral, respuesta a una llamada precisa del Señor. Por esto es necesario vencer la tentación de la resignación y del pesimismo, que es falta de confianza en el poder del Espíritu Santo. Nuestro deber es proseguir con pasión el camino hacia esta meta con un diálogo serio y riguroso para profundizar en el común patrimonio teológico, litúrgico y espiritual; con el conocimiento recíproco; con la formación ecuménica de las nuevas generaciones y, sobre todo, con la conversión del corazón y con la oración”.
El Apóstol Pablo acompaña y sostiene la comunidad cristiana en su camino hacia la plena unidad visible, ha afirmado el Santo Padre. Él, que antes de la aparición del Resucitado en la vía de Damasco, “era uno de los más encarnizados adversarios de las primeras comunidades cristianas”, después de su conversión se convirtió en un audaz predicador del Evangelio junto con los demás Apóstoles. “En sus largos viajes misioneros Pablo, peregrinando por ciudades y regiones diversas, no olvidó nunca el vínculo de comunión con la Iglesia de Jerusalén – ha puesto de relieve el Pontífice -. La colecta en favor de los cristianos de esa comunidad, los cuales, muy pronto, tuvieron necesidad de ser socorridos, ocupó pronto un lugar importante en las preocupaciones de Pablo, que la consideraba no sólo una obra de caridad, sino el signo y la garantía de la unidad y de la comunión entre las Iglesias fundadas por él y la primitiva comunidad de la Ciudad Santa, como signo de la única Iglesia de Cristo”

martes, 25 de enero de 2011

Siete sacerdotes y 300 feligreses anglicanos de Inglaterra se pasan a la Iglesia católica

La diócesis de Brentwood (Inglaterra) anunció el paso de siete sacerdotes y 300 feligreses anglicanos a la Iglesia Católica a través del Ordinariato Personal creado por el Papa Benedicto XVI el 15 de enero pasado para acoger a los conversos del anglicanismo.
Según informa el diario inglés Daily Mail en su edición del 24 de enero, el Obispo de Brentwood, Mons. Thomas McMahon, ya se entrevistó con los sacerdotes anglicanos –uno en retiro y seis vicarios parroquiales en actividad– que serán ordenados presbíteros católicos. Este paso, que según el diario es el más grande que se da hasta el momento, involucra a tres parroquias anglicanas de Essex y tres del este de Londres.

Un vocero de la Diócesis de Brentwood informó que el grupo de sacerdotes se reunió con el Obispo para coordinar los detalles de su paso. Recibirán formación católica antes de ordenarse como diáconos en mayo y sacerdotes en junio.

El ecumenismo es un imperativo moral en busca de la unidad plena

 Benedicto XVI subraya en la basílica de San Pablo Extramuros de Roma, en el final de la Semana de Oración por la Unidad, que la búsqueda del restablecimiento de la unidad de los cristianos debe ser un “imperativo moral” y no un simple reconocimiento de las recíprocas diferencias y lograr la convivencia pacífica
“La búsqueda del restablecimiento de la unidad entre los cristianos divididos no puede reducirse a un reconocimiento de las recíprocas diferencias y a la consecución de una pacífica convivencia”.  Benedicto XVI subrayó esta tarde la necesidad de contemplar el camino hacia la unidad como un imperativo moral, la respuesta a una precisa llamada del Señor. Y por ello “es necesario vencer la tentación de la resignación y del pesimismo” y “proseguir con pasión el camino hacia esta meta con un diálogo serio y riguroso para profundizar en el común patrimonio teológico, litúrgico y espiritual, con el recíproco conocimiento, con la formación ecuménica de las nuevas generaciones y, sobretodo, con la conversión del corazón y con la oración”.  Benedicto XVI presidió a las 5 y media en la Basílica de San Pablo Extramuros la celebración de las Segundas Vísperas en la fiesta de la Conversión de San Pablo Apóstol, con la que finaliza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. En su homilía el Papa recordó que el “santo propósito de reconciliar a todos los cristianos en la unidad de una sola y única Iglesia de Cristo, supera las fuerzas y las dotes humanas” y, por ello, nuestra esperanza debe ser correspondida en primer lugar “en la oración de Cristo por la Iglesia, en el amor del padre por nosotros y en la potencia del Espíritu Santo”.

Participaron en la solemne celebración los representantes de las demás Iglesias y Comunidades eclesiales presentes en Roma; así como el clero y los fieles diocesanos.

¿Qué es un ordinariato?

25 de enero; Día 8º - La conversión de San Pablo
Llamados al servicio de la reconciliación
Génesis 33, 1-4: Esaú corrió al encuentro de Jacob y lo abrazó, y lloraron.
Salmo 96, 1-13: Decid a las naciones: «el Señor es rey».
2 Corintios 5, 17-21: Dios hizo la paz con el mundo por medio de Cristo y a nosotros nos ha confiado este mensaje de paz.
Mateo 5, 21-26: Deja tu ofrenda delante del altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano…


lunes, 24 de enero de 2011

La semana de la Unidad en Jerusalén

A Gerusalemme il termine ecumenismo ha il sapore della quotidianità, sapore dolce e talvolta amaro, ma mai insipido. E’ questa la frase che può riassumere i pensieri di chi sta vivendo questa settimana dell’Unità dei Cristiani a Gerusalemme, settimana che si è aperta sabato dove cattolici e protestanti hanno assistito alla “compieta”, la celebrazione dell’“Apodeipnon” dei greci Ortodossi presso il luogo del Calvario, in ritardo rispetto al resto del mondo di una settimana per attendere l’ultima epifania di Terra Santa celebrata dagli armeni ortodossi.
A preparare il tema della Settimana dell’unità dei Cristiani quest’anno è proprio la “Chiesa Madre” di Gerusalemme, che ha scelto il passo degli Atti degli Apostoli che richiama alle origini della Comunità di Gerusalemme dove i primi cristiani vivevano “Uniti nell’insegnamento degli apostoli, nella comunione, nello spezzare il pane e nella preghiera” (Atti 2,42).
Nel presentare la Settimana dell’Unità 2011 il Pontificio Consiglio per la promozione dell’Unità dei Cristiani assieme al Consiglio Mondiale delle Chiese sottolineano la peculiarità di Gerusalemme: “La comunità attuale vive molte delle gioie e dolori della chiesa primitiva; la stessa ingiustizia e ineguaglianza; le stesse divisioni ma anche la stessa fedele perseveranza e il riconoscimento di un senso di unità fra i cristiani più ampia. Le chiese di Gerusalemme ci offrono oggi una buona visione di ciò che significa battersi per l’unità fra i cristiani in mezzo a tanti problemi. Ci mostra come l’appello all’unità sia molto più che semplici parole, e che può in effetti indirizzarci verso un futuro in cui prevedere ed iniziare a costruire la Gerusalemme celeste”.
Il desiderio di unità si è respirato con forza ieri dai greci-melchiti cattolici, nell’accogliente chiesa della Annunciazione a due passi dal patriarcato latino, che per l’occasione era gremita di fedeli dei diversi riti. La preghiera di tradizione bizantina e prevalentemente in lingua araba è stata presieduta dal patriarca vicario melchita, il reverendissimo Youssef Jules Zerey in presenza dei rappresentanti delle altre chiese, ed è stata seguita da un conviviale momento di ristoro, prezioso per fraternizzare e scambiare qualche parola.
I servizi ecumenici continueranno per tutta la settimana ospiti della chiesa Armena ortodossa, Luterana, Cattolica latina, Siro-ortodossa, Etiopica ortodossa e Anglicana. I francescani della Custodia, rappresentanti del rito Cattolico-latino, ospiteranno la preghiera mercoledì presso la chiesa parrocchiale di San Salvatore e giovedì al Cenacolo, luogo che viene eccezionalmente concesso per la liturgia solo tre volte l’anno.
La Gerusalemme, che in questa settimana si mostra nella sua varietà di Chiese maggioritarie e minoritarie, si sforza con inesauribile tensione per essere cantiere di unità!

España: El diálogo ecuménico, realidad viva, según el obispo de Almería

El obispo de Almería Adolfo González Montes, presidente de la Comisión de Relaciones Inteconfesionales de la Conferencia Episcopal Española, dirigió este sábado 22 de enero una carta a los diocesanos explicando en qué punto están las relaciones de la Iglesia católica con otras Iglesias cristianas, titulada “El pulso del diálogo ecuménico”.
Monseñor González Montes cursó estudios doctorales en Teología en la Universidad de Tubinga, Alemania, especializándose en Teología protestante. Doctor en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca, hizo estudios de doctorado en Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid.
Experto en teología e historia del ecumenismo, fue director del Centro de Estudios Orientales y Ecuménicos Juan XXIII de la Universidad Pontificia de Salamanca, y director de la revista Diálogo Ecuménico. Dio un gran impulso a la Bibliotheca Oecumenica Salmanticensis. Fue nombrado por Juan Pablo II consultor del Pontificio Consejo para la Unidad. Miembro de la Societas Oecumenica Europea y, de 1994 a 1997, miembro del comité organizador de la II Asamblea Ecuménica Europea de Iglesias de Graz, Austria, de 1997.
Recordando que nos encontramos en el Octavario de oración por la unidad de los cristianos, monseñor González Montes toma el pulso al diálogo entre las confesiones cristianas. Señala que este balance “ayuda a no perder la fe en el ecumenismo cristiano como instrumento precioso que el Espíritu Santo alienta y sostiene en nuestro camino hacia la plena comunión entre las Iglesias cristianas”.
“En la marcha hacia la unidad visible de la Iglesia –subraya--, las dificultades, ciertamente, no son pocas, pero se avanza y los logros son muchos”.
El pasado 5 de junio, recuerda, cumplía 50 años el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, creado por Juan XXIII como Secretariado. El octavario de oración por la unidad, señala, “propicia la reflexión y el examen del camino recorrido por el ecumenismo”.
“¿Se avanza en la reconstrucción de la unidad visible de la Iglesia?”, se pregunta el obispo. Y responde recordando que Benedicto XVI decía el 18 de noviembre de 2010, en la plenaria del dicasterio, que “su creación constituyó una piedra miliar, porque el compromiso ecuménico es central para la Iglesia, y contra todo pesimismo afirmaba que el camino recorrido es mucho”.
Monseñor González Montes pasa revista al ecumenismo teológico. “Llaman la atención los logros del diálogo católico-ortodoxo, a pesar de las dificultades que surgieron con la reunificación de Europa, que devolvió a la libertad a los católicos orientales reprimidos por el totalitarismo político”, explica.
Superada la crisis con la que acabó la primera etapa de diálogo, la Comisión internacional afrontó en 2006 la cuestión de las consecuencias eclesiológicas y canónicas de la naturaleza sacramental de la Iglesia. El documento de Rávena, aprobado en 2007, en la décima plenaria de la comisión, permitiría tratar en Pafos en 2009, la cuestión del Obispo de Roma en la comunión de la Iglesia en el primer milenio.
“La regularidad de las visitas recíprocas de las delegaciones de Constantinopla por la fiesta de san Pedro y san Pablo, y de Roma por la fiesta de san Andrés, testimonia el buen clima y los avances, lentos pero reales, en el diálogo”, subraya monseñor González Montes.
En cuanto al diálogo anglicano-católico, la creación del Ordinariato católico, en sus primeros pasos, el obispo almeriense señala que el temor a que se convirtiera  “en piedra de tropiezo para el diálogo se ha disipado, si bien no dejan de inquietar a la Comunión anglicana los efectos que puedan resultar de la marcha de obispos, sacerdotes y fieles”.
“Lo importante –subraya- es que el diálogo sigue su programa tras cuarenta años que han protagonizado la Comisión teológica internacional en sus tres ediciones (ARCIC) y la Comisión para la Unidad y la Misión (IARCUM)”.
Con la firma de la “Declaración conjunta sobre la doctrina de la Justificación”, Augsburgo 1999, el diálogo católico-luterano “echó los fundamentos para una aproximación conjunta al lugar de la Iglesia en la obra de la redención”, declara.
El logro más reciente de la Comisión católico-luterana, subraya, ha sido el documento “La apostolicidad de la Iglesia”, 2007, que examina el ministerio ordenado como garantía de la apostolicidad de la Iglesia.
“La Iglesia se ha convertido también en el principal tema del diálogo católico con otras grandes comuniones, porque la concepción teológica de la Iglesia constituyó el objeto del debate histórico de los reformadores con el catolicismo. La Iglesia ha sido objeto de amplia reflexión en las comisiones de diálogo de reformados y metodistas con la Iglesia católica”, explica el prelado.
Alude también al Grupo mixto de trabajo de la Iglesia Católica y Consejo Ecuménico de las Iglesias, cuya Octava Relación, 2005, acota seis años del diálogo y la colaboración, con atención a  los medios de estudio conjunto y colaboración.
En este aspecto, “destacan los resultados de la reflexión sobre las implicaciones eclesiológicas y ecuménicas del bautismo común, la naturaleza del diálogo ecuménico, los consejos nacionales y regionales de Iglesias, algunas cuestiones relativas a la antropología teológica y los matrimonios mixtos, el diálogo interreligioso y la diaconía de la Iglesia y su servicio aportación al desarrollo”, señala monseñor González Montes.
“Como se puede ver –concluye--, el ecumenismo entre la Iglesia Católica y las Iglesias cristianas es una realidad viva y el secreto de su éxito es la oración. Primero la de Cristo, que no puede dejar de tener la respuesta del Padre; y con él ora la Iglesia y, en ella, oramos nosotros: “Concédenos, Padre, la conciencia de que Cristo tu Hijo es la causa de nuestra vida común. Amén”.

El Papa resalta importancia de diálogo ecuménico para lograr unidad de cristianos

Al recibir esta mañana en el Palacio Apostólico Vaticano a una delegación de la Iglesia Evangélica Luterana de Alemania, el Papa Benedicto XVI resaltó la importancia del diálogo ecuménico en el camino hacia la unidad de todos los cristianos.

En su discurso en alemán a este grupo llegado para la clausura de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos este martes 25, el Santo Padre recordó que el diálogo entre católicos y luteranos lleva ya 50 años y pese a que aún existen diferencias teológicas en algunos ámbitos fundamentales, "se han dado grandes pasos hacia la unidad y se han sentado las bases de una espiritualidad y una comunión vivida en la fe".

El Papa observó después que en estos momentos algunos sienten que el objetivo común de la unidad plena y visible de los cristianos parece alejarse, y afirmó que en este sentido comparte "la preocupación de muchos cristianos porque los frutos del trabajo ecuménico no son lo suficientemente visibles".

Sin embargo, Benedicto XVI subrayó que "el diálogo ecuménico, bajo la guía del Espíritu Santo, sigue siendo la herramienta fundamental para superar los escollos", y reafirmó la importancia del debate teológico para contribuir a la comprensión de las cuestiones todavía en suspenso.

El Papa también se refirió a la necesidad de "una postura común en los temas que atañen la protección y la dignidad de la persona humana y las grandes cuestiones sobre la familia, el matrimonio y la sexualidad".

Por último, recordó que en 2017 se celebrará el 500° aniversario de la publicación de las tesis de Martín Lutero, que originaron la división entre católicos y luteranos. Afirmó que para unos y otros debería ser una conmemoración connotada por el ecumenismo y no por el triunfalismo, que resalte la fe común en el mismo Dios, Uno y Trino.

Esa fecha, dijo, será ocasión para reflexionar sobre los motivos de la división y realizar una purificación de la conciencia. Asimismo, "será una ocasión para evaluar los 1500 años que precedieron a la Reforma y cuyo patrimonio corresponde a católicos y luteranos".
24 de enero; Día 7º
Vivir en la fe de la resurrección
Isaías 60, 1-3.18-22: Llamarás a tu muralla «Victoria» y a tus puertas «Alabanza».
Salmo 118, 1.5-7: No he de morir, viviré.
Romanos 6, 3-11: Por el bautismo fuimos sepultados en Cristo… para que también nosotros emprendamos una vida nueva.
Mateo 28, 1-10: Jesús les dijo: «No tengáis miedo…».

domingo, 23 de enero de 2011

23 de enero; Día 6º
Fuertes en la oración para actuar

Jonás 2, 1-9: ¡La salvación se halla en el Señor!
Salmo 67, 1-7: ¡Oh Dios, que todos los pueblos te alaben!
1 Timoteo 2, 1-8: Que se hagan peticiones por toda la humanidad, por los reyes y por todos los que tienen autoridad…
Mateo 6, 5-15: Hágase tu voluntad…

sábado, 22 de enero de 2011

22 de enero-Día 5º
La fracción del pan en la esperanza
Éxodo 16, 13b-21a: Este es el pan que el Señor os da como alimento.
Salmo 116, 12-14.16-18: Alzaré la copa de la salvación.
1 Corintios 11, 17-18.23-26: Haced esto en memoria mía.
Juan 6, 53-58: Este es el pan que ha bajado del cielo.

viernes, 21 de enero de 2011

Una publicación “on line” sigue el nacimiento del primer Ordianariato

The Portal

Un árbol en San Pablo Extramuros para el “Jardín de Lutero”

 

Iniciativa de carácter ecuménico querida por la Santa Sede
El próximo domingo 23 de enero se celebrará un acto ecuménico ante la Basílica de San Pablo Extramuros, en la que se plantará y bendecirá un árbol, en hermanamiento con el proyecto ecuménico “Jardín de Lutero”, en Wittenberg, Alemania.
Así lo afirmó el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos hoy en un comunicado, confirmando la participación del presidente de este dicasterio, el cardenal Kurt Koch, en este acto.
Durante el mismo, el cardenal Koch, junto con el arcipreste de la Basílica, cardenal Francesco Monterisi, y el abad, Edmund Power, y ante representantes de las distintas confesiones cristianas, plantará y bendecirá un olivo, “como signo de la comunión ecuménica crecida hasta ahora entre católicos y luteranos.
Esta iniciativa tiene lugar dentro de los actos previstos para la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos, y con ocasión también de la visita de una delegación de la Iglesia Unida Evangélico-Luterana de Alemania, encabezada por el obispo Johannes Friedrich (Münich).
Audiencia con el Papa
La delegación de la Iglesia Unida Evangélico-Luterana de Alemania se haya estos días en Roma con motivo del 500 aniversario de la visita de Lutero a Roma.
Está formada por diecinueve representantes, entre ellos, el encargado para las relaciones con los católicos, obispo Friedrich Weber (Braunschweig) y el ex primer ministro de Baviera, Günter Beckstein.
La Iglesia Unida nació a partir de la Reforma de Lutero en el siglo XVI, e incluye a todos los fieles luteranos de Alemania (unas 18 millones de personas), además de ejercer un influyente papel dentro de la Federación Luterana Mundial.
La delegación tiene prevista una audiencia con el Papa el próximo lunes 24 de enero, así como una serie de reuniones con los responsables del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos sobre la situación actual del diálogo ecuménico.
Según afirma este dicasterio en su comunicado, “los considerables resultados en las últimas décadas constituyen hoy una sólida base de comunión entre luteranos y católicos”.
“El encuentro de San Pablo muestra una vez más que el diálogo entre las dos comunidades se ha convertido en una realidad de vida y que el compromiso ecuménico de la Iglesia católica, como observó el papa Juan Pablo II en su encíclica Ut unum sint, es irrevocable e irreversible”.
El Luthergarten (“Jardín de Lutero”) es un jardín que ha comenzado a construirse en Wittenberg, ciudad clave en la historia de la Reforma, para conmemorar los 500 años de la publicación de las famosas 95 tesis por parte de Lutero.
En él se plantarán 500 árboles, que serán apadrinados por las distintas confesiones cristianas, y que culminará en 2017, año del quinto centenario. Cada árbol plantado debe corresponderse con otro árbol colocado en alguna iglesia de la confesión que apadrina.

El Papa presidirá las vísperas en San Pablo Extramuros

 

Como es ya tradición, el próximo martes 25 de enero, a las 17,30 h., el Papa Benedicto XVI presidirá, en la Basílica de San Pablo Extramuros, la celebración de las Segundas Vísperas de la solemnidad de la Conversión de san Pablo, como conclusión de la Semana de oración por la Unidad de los Cristianos de este año.
En la Basílica, donde se conservan los despojos mortales del Apóstol de los Gentiles y donde los monjes benedictinos prestan su servicio desde hace más de 1.300 años, estarán presentes para la ocasión los representantes de las demás Iglesias y comunidades eclesiales que se encuentran en Roma.
La celebración liturgica de la Conversión de San Pablo, ya presente en Italia en el siglo VIII y que entró en el calendario romano a finales del siglo X, recuerda que no hay verdadero ecumenismo sin conversión, según afirmó el Concilio Vaticano II, con el Decreto Unitatis redintegratio.
En el año 2005, el Papa Benedicto XVI acogió la intención ecuménica asumida por los monjes benedictinos, y con el Motu Proprio "La antigua y venerable Basílica" les confió la “tarea […] de organizar, coordinar y llevar a cabo estos programas”.
Desde entonces han tenido lugar en ella diversas celebraciones litúrgicas de tipo ecumenico, en colaboración con el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

Cartel de la Semana de la Unidad de los Cristianos 2011

21 de enero, Día 4º
 El compartir, expresión de nuestra unidad
Isaías 58, 6-10: ¿No es compartir tu alimento con el hambriento?
Salmo 37, 1-11: Confía en el Señor y haz el bien.
Hechos 4, 32-37: Todo lo disfrutaban en común.
Mateo 6, 25-34: Antes que nada, buscad el reino de Dios.

jueves, 20 de enero de 2011

Entrevista al sacerdote Shawki Baterian, del Patriarcado Latino de Jerusalén

El cardenal Martínez Sistach presidió un acto ecuménico en la catedral de Barcelona

 
Durante este acto la Comunidad Anglicana hispánica impuso la "Cruz del Obispo Cabrera" a Mons.. Jaume González-Agàpito. 
El martes 18 de enero, a las 20 horas, tuvo lugar en la catedral de Barcelona un acto ecuménico con motivo del inicio de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que se celebra cada año del 18 al 25 de enero. Participaron representantes de las iglesias y comunidades cristianas con presencia en la ciudad y en el arzobispado de Barcelona.
El acto consistió en una celebración de la Palabra de Dios, en la que pronunció la homilía el cardenal Martínez Sistach, que comentó el texto bíblico leído,  del libro de los Hechos 2, 42: "Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones ".
El cardenal, comentando este texto, hizo referencia a la comunidad cristiana de la Iglesia madre de Jerusalén, cuyo recuerdo está especialmente presente este año en la Semana de Oración por la Unidad. También citó la reciente exhortación apostólica de Benedicto XVI, titulada Verbum Domini, especialmente el apartado que propone escuchar juntos la Palabra de Dios para conseguir la unidad de la fe. "Es muy necesario-dijo el cardenal-que nos acerquemos a la Palabra de Dios con un auténtico espíritu de conversión y viviendo intensamente el mandamiento nuevo del amor. No podemos olvidar que hay un ecumenismo del corazón, centrado en todo lo que nos une y en nuestras relaciones interpersonales de conocimiento y de amor. Este ecumenismo también lo hacemos en nuestra casa. Nos conocemos, nos amamos y nos ayudamos mutuamente".
El cardenal, dirigiéndose a sus hermanos y hermanas cristianos, les dijo que "todos tenemos hoy el gran reto de la evangelización y nuestra falta de unidad es un contratestimonio. Por eso debemos intensificar nuestra oración para que el Señor nos otorgue el don de la plena comunión".
Durante el acto, la Comunidad anglicana hispánica impuso su máxima condecoración, la "Cruz del Obispo Cabrera", a Mons. Jaume González-Agàpito Granell, delegado de Ecumenismo y de Relaciones Interreligiosas del Arzobispado de Barcelona, por el trabajo que ha realizado durante cincuenta años en el campo del ecumenismo. "Estamos contentos - dijo el cardenal en su parlamento- y nos unimos en el agradecimiento de Mons. González-Agàpito por este gesto de la amada Comunidad Anglicana”. 

La división es un antitestimonio

El decano de la Facultad de Teología del Norte de España, con sede en Burgos, el catedrático Eloy Bueno, ha intervenido en la Semana de la Oración por la Unidad de los Cristianos, que organiza la Delegación de Relaciones Interconfesionales de la Diócesis de Palencia. Asegura que "la división no sólo es un antitestimonio", sino que, además, "nos hace menos eficaces en nuestra misión". Pero, aún así, se muestra optimista y reconoce que "si hace 40 o 50 años nos hubieran dicho que íbamos a estar lo cerca que estamos ahora, seguro que nadie se lo hubiera creído". Lo entrevista Fernando Caballero en El Norte de Castilla.
-¿Por qué es necesaria la unión entre los cristianos?
-Por dos razones. En primer lugar, porque la división es un antitestimonio, y en segundo lugar, porque es el único modo de ser más eficaces en la misión que todos tenemos que llevar adelante.
-¿Y cuál es esa misión?
-Seguir siendo testigos del Evangelio, y lo que yo suelo denominar como 'el sueño de Dios sobre la humanidad'. Si estamos divididos los que tenemos la misma misión, resulta un antitestimonio, y a veces también un escándalo.
-¿Qué es lo que impide llegar a la unidad?
-La costumbre de haber vivido durante muchos siglos de espaldas. Esta costumbre es lo que va radicalizando las diferencias, y parece que son contraposiciones lo que podía ser un enriquecimiento común.
-¿Qué grupos de cristianos son los que buscan la unidad?
-En el mundo cristiano podemos decir que la mayoría busca la unidad, pero también es cierto que hay grupos de carácter cristiano que no la buscan. La tarea de unirse es de todos, porque la gran tentación es decir que los demás vengan, pero hay que hacer otra matización que parece muy teológica, pero que es muy importante: el camino de la unidad está equivocado si decimos que nosotros tenemos que unirnos, porque en realidad el cristiano tiene que reconocer que eso es gracia de Dios.
-¿Quiénes no quieren unirse?
-Hay grupos de carácter sobre todo evangélico, que algunos tienen carácter fundamentalista o las corrientes más de carácter sectario, que están cerrados a la unión porque se clausuran en sus propias identidades.
-¿Es optimista ante la unión?
-Hay un motivo para ser optimista: si hace 40 o 50 años nos hubieran dicho que íbamos a estar lo cerca que estamos ahora, seguro que nadie se lo hubiera creído. Lo que hemos conseguido es algo ya irrenunciable, pero este optimismo tiene que estar cargado de paciencia y de fortaleza.
-¿Cuándo comenzó la Iglesia a trabajar en la unidad de los cristianos?
-A raíz de la celebración del Concilio Vaticano II. Juan XXIII convocó este concilio poniendo como una de las prioridades la unidad de los cristianos. Desde entonces, todos los papas han sido muy comprometidos.
20 de enero:  Día 3º
La asiduidad a la enseñanza de los apóstoles nos reúne
Isaías 51, 4-8: Prestadme atención, gente mía.
Salmo 119, 105-112: Tu palabra es antorcha para mis pasos.
Romanos 1, 15-17: Dispuesto a proclamar la buena noticia.
Juan 17, 6-19: He dado a conocer tu nombre
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miércoles, 19 de enero de 2011

Libertad religiosa

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El testimonio común de los cristianos

La Semana de oración por la Unidad de los Cristianos brinda la oportunidad de plantearse algunas cuestiones particularmente actuales: ¿Qué es el ecumenismo? ¿Por qué es importante el “testimonio común” de los cristianos? ¿Qué posibilidades existen en la “colaboración ecuménica”?
1. El “ecumenismo” (la tarea a favor de la unidad de los cristianos), se lleva a cabo de diversas formas: teológico o doctrinal (“diálogo ecuménico”), entre especialistas; institucional, entre las autoridades de la Iglesia Católica y de las distintas confesiones cristianas; espiritual, a partir de la oración de los cristianos; pastoral o práctico, con la colaboración de los cristianos entre sí en los ámbitos de la caridad, el bien común, la ayuda social y cultural, etc.
Los dos últimos niveles corresponden a todos los cristianos. Y es importante que cada uno se proponga colaborar, aunque piense que su aportación es solo un granito de arena. 
Esto pide de cada cristiano una continua y efectiva renovación espiritual, enraizada en la oración y manifestada en la conducta. Requiere subrayar los valores éticos y ejercitar las virtudes: la comprensión, la paciencia y sobre todo la caridad con los demás cristianos, en los juicios, palabras y comportamientos; junto con la humildad para reconocer las faltas propias contra la unidad y la disposición al perdón recíproco. Todo ello debe estar presidido por la verdad.
Por otra parte, cada año se propone un tema que centra la oración y la colaboración ecuménica. El de este año –sobre la base de la propuesta de un grupo ecuménico de Jerusalén– es: “Unidos en la enseñanza de los apóstoles, la comunión fraterna, la fracción del pan y la oración” (cf. Hch 2, 42).
Recordando estas características de la primitiva Iglesia de Jerusalén, hoy día los cristianos de esa ciudad luchan, en medio de las dificultades, por alcanzar la unidad más allá de las palabras, primero entre ellos y después con otros (en Jerusalén, entre palestinos e israelíes; en otras comunidades, la justicia y la reconciliación en diversos contextos).
2. Entre las intenciones de Benedicto XVI en relación con la unidad de los cristianos, está el testimonio común de los cristianos acerca de la paternidad divina (cf. Intenciones para el apostolado de la oración, mes de Enero 2011).  Es decir, que todos juntos manifestemos, sobre todo con nuestra conducta, que Dios es nuestro padre. La paternidad amorosa de Dios es la gran novedad que Jesucristo trajo a los hombres y transmitirlo a los que nos rodean, el don más grande que podemos hacerles. Por ello es muy importante que nos esforcemos con obras en darlo. Y el más creíble testimonio de la paternidad es el esfuerzo por vivir la fraternidad, primero entre los cristianos, y después entre todas las personas.
En la práctica, esto pide: evitar las críticas y polémicas internas dentro de la propia confesión (¡en el caso de los católicos, entre nosotros mismos!); rechazar las polarizaciones ideológicas y las recriminaciones respecto de otras comunidades cristianas o eclesiales; omitir las expresiones y los gestos que puedan herir los sentimientos de otros cristianos; fomentar la comunicación, las informaciones y el contacto con ellos; cultivar las buenas relaciones en las familias, vecindarios y ambientes de trabajo, entre los cristianos y entre todos.
Los jóvenes pueden encontrarse con otros cristianos para profundizar en su fe, trabajar por la reconciliación –sobre todo en algunas regiones más proclives a los conflictos entre cristianos–, comprometerse en actividades de oración, estudio y colaboración sobre temas sociales y culturales.
3. En cuanto a la “colaboración ecuménica”, un cristiano no puede quedarse indiferente ante las necesidades materiales o espirituales de los demás. Hoy su  contribución a la salvación puede ser más eficaz si la hace junto con otros cristianos, porque esa unidad es un testimonio de fe. Con otras palabras: las separaciones actuales entre los cristianos son, ciertamente, un límite y un obstáculo a la evangelización; pero la colaboración conjunta a favor de otros puede ser, también para los cristianos mismos, un don que les ayude a redescubrir lo que les une y vencer los obstáculos a la unidad, en orden a la misión que todos los cristianos han recibido de Dios.
Los ámbitos posibles de la colaboración ecuménica son muchos y variados. Los católicos contamos con las orientaciones de la Iglesia para el ejercicio del ecumenismo (cf. Directorio para el ecumenismo, 25-III-1993).
a) En el ámbito bíblico y litúrgico, mediante la oración y la celebración conjunta de la fe, en los modos convenientes, pues “cuando los cristianos rezan juntos, con una sola voz, su testimonio común alcanza los cielos, pero también se escucha en la tierra” (Directorio, n. 187).
b) En el ámbito catequético y formativo, subrayando la verdad que nos une y explicando las diferencias de las confesiones cristianas (y, más allá, con otras religiones), pero no con espíritu agresivo sectario, sino con amor y respeto.
c) En el ámbito misionero e interreligioso, mostrando que somos capaces de superar las divisiones humanas, también en materias tan delicadas como las religiones. Como consecuencia, aumenta la credibilidad del Evangelio. Junto con los judíos, los cristianos hemos de luchar contra el antisemitismo, el fanatismo religioso y el sectarismo (cf. Directorio, n. 210).
d) En el ámbito social, cultural y ético, mediante la promoción de los valores cristianos y humanos fundamentales (la dignidad de la persona humana y la cultura de la vida, la libertad religiosa y los demás derechos humanos, la paz y la justicia); luchando contra el hambre, la ignorancia o la pobreza, y con la atención particular a los más débiles (como los inmigrantes y los refugiados) sin dejarse llevar por intereses puramente ideológicos o políticos; fomentando el cuidado de la tierra; promoviendo la educación para el uso crítico de los medios de comunicación.
e) Por último cabe la colaboración y la coordinación ecuménica en algunas situaciones especiales, como los hospitales, las prisiones y el ejército, las universidades, los grandes complejos industriales y el ámbito, ya citado, de las comunicaciones sociales.
Todo ello puede llevarse a cabo mientras se proporciona una formación ecuménica adecuada a las diversas circunstancias de las personas, y de acuerdo con las autoridades religiosas correspondientes.
Por lo que afecta a los educadores cristianos, “como evangelizadores –señaló Pablo VI– debemos ofrecer a los fieles de Cristo, no la imagen de hombres divididos y separados por litigios nada edificantes, sino la de personas maduras en la fe, capaces de encontrarse más allá de las tensiones reales gracias a la búsqueda común, sincera y desinteresada de la verdad. Sí, la suerte de la evangelización está ciertamente unida al testimonio de unidad dado por la Iglesia. Es ésta una fuente de responsabilidad, pero también de consuelo”(Evangelii nuntiandi, n. 77).

Ramiro Pellitero, profesor de Teología pastoral, Universidad de Navarra 

Audiencia

Trabajar por plena unidad de los cristianos, exhorta el Papa Benedicto XVI

Queridos hermanos y hermanas:
Estamos celebrando la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en la cual todos los creyentes en Cristo están invitados a unirse en plegaria para testimoniar el profundo vínculo que existe entre sí y para invocar el don de la plena comunión. El tema elegido para este año hace referencia a la experiencia de la primera comunidad cristiana, tal como se describe en los Hechos de los Apóstoles. Sus cuatro elementos básicos deben también caracterizar hoy a toda comunidad cristiana, convirtiéndose en pilares sobre los que construir la unidad de la Iglesia. Partiendo en primer lugar de la escucha de la enseñanza de los apóstoles, todo esfuerzo por alcanzar la unidad pasa necesariamente por profundizar en la fidelidad al depositum fidei trasmitido por los mismos apóstoles. El segundo elemento es la comunión fraterna, expresión más tangible de la unidad entre los discípulos, en la cual debemos crecer a pesar de las dificultades que encontremos. El tercer rasgo, la fracción del pan, en cuanto culmen de la unión con Dios y plenitud de la unidad de los discípulos de Cristo, nos hace anhelar el día en que todos los cristianos puedan reunirse en torno a la mesa del Señor, al tiempo que nos invita a esforzarnos para remover los obstáculos que impiden la plena comunión. Y, por último, la oración, actitud constante de los discípulos de Cristo, nos abre a la fraternidad que deriva de ser hijos de un único Padre celestial.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México y otros países latinoamericanos. Junto a aquellos que confiesan la fe en Cristo, os invito a implorar de Dios el don de la unidad, con el fin de que se cumpla para el mundo entero su plan de salvación y reconciliación. Muchas gracias.

Comentario semanal del Arzobispo metropolitano de Tarragona Mons. Jaume Pujol Balcells con el tema:«En el camino de la unidad»

19 de enero-Día 2º

"Muchos miembros en un solo cuerpo"
Isaías 55, 1-4:  Venid por agua.
Salmo 85, 8-13:  Su salvación está cerca.
1 Corintios 12, 12-27:  Hemos recibido en el bautismo un  mismo Espíritu a fin de formar un solo cuerpo.
Juan 15, 1-13: Yo soy la vid verdadera.

martes, 18 de enero de 2011

18 de enero-Día 1º

La Iglesia en Jerusalén
Joel 2, 21-22.28-29: Derramaré mi espíritu sobre todo ser humano
Salmo 46: Dios está en medio de la ciudad
Hechos 2, 1-12: Al llegar el día de Pentecostés
Juan 14, 15-21: El Espiritu de la verdad

sábado, 15 de enero de 2011

El Vaticano crea una estructura en la Iglesia católica para los ex anglicanos conversos


El "Ordinariato Personal" será dirigido por un sacerdote casado y está confiado a la protección de John Henry Newman, converso del anglicanismo.
El Vaticano anunció hoy el establecimiento del Ordinariato Personal, una estructura de la Iglesia Católica en Inglaterra para acoger a los ex anglicanos conversos, confiándolo a la protección del Cardenal John Henry Newman, también converso del anglicanismo beatificado por el Papa Benedicto XVI en septiembre del año pasado.
La Oficina de Prensa de la Santa Sede señala en un comunicado este 15 de enero que la Congregación para la Doctrina de la Fe ha tomado la decisión de crear esta estructura, de acuerdo a lo previsto por la constitución apostólica Anglicanorum coetibus del Papa Benedicto XVI, luego de atentas consultas con la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales.
Esta estructura llevará el nombre de Ordinariato Personal de Nuestra Señora de Walsingham y estará bajo la protección del Beato John Henry Newman, elevado a los altares por el Papa Benedicto XVI el 19 de septiembre de 2010 en su visita oficial al Reino Unido.
En aquella oportunidad el Santo Padre señaló que el lema del Cardenal Newman "cor ad cor loquitur" (el corazón habla al corazón), "nos da la perspectiva de su comprensión de la vida cristiana como una llamada a la santidad, experimentada como el deseo profundo del corazón humano de entrar en comunión íntima con el Corazón de Dios".
El comunicado de hoy explica que el Ordinariato Personal, en donde los nuevos católicos podrán seguir el ejemplo del Cardenal Newman en su camino hacia la santidad, "es una estructura canónica que permite una reunión corporativa de tal modo que los ex anglicanos pueden ingresar a la plena comunión con la Iglesia Católica preservando elementos de su patrimonio anglicano".
El texto indica luego que el Santo Padre ha designado como primer Ordinario Personal a cargo de esta estructura para ex anglicanos, al reverendo Keith Newton, ex obispo anglicano y uno de los tres que ha sido ordenado hoy sacerdote católico en Londres.
Seguidamente el comunicado precisa que "por razones doctrinales la Iglesia no permite, bajo ninguna circunstancia, la ordenación de hombres casados como Obispos. Sin embargo la constitución apostólica indica, bajo ciertas premisas, que puedan ser ordenados como sacerdotes católicos ex miembros del clero casado anglicano".
Mons. Vincent Nichols, Arzobispo de Westminster, también ordenó sacerdotes católicos en la Catedral de Londres a otros dos ex obispos anglicanos: el reverendo Andrew Burnham y el reverendo John Broadhurst.
El comunicado señala además que el nuevo Ordinario Personal Keith Newton contará con la ayuda de estos dos ahora sacerdotes católicos para supervisar la preparación catequética de los primeros grupos de anglicanos en Inglaterra y Gales que serán recibidos en la Iglesia Católica, junto a sus pastores en Pascua, y acompañarán a los clérigos en su preparación para su ordenación como presbíteros en Pentecostés.
El texto precisa que la creación del Ordinariato Personal "es consistente con el compromiso del diálogo ecuménico, que sigue siendo una prioridad para la Iglesia Católica".
"La iniciativa que llevó a la publicación de la constitución apostólica y la erección de este Ordinariato Personal vino de varios grupos distintos de anglicanos que declararon compartir la fe común católica como está expresada en el Catecismo de la Iglesia Católica y aceptar el ministerio petrino como algo que Cristo quiso para la Iglesia. Para ellos ha llegado el momento de expresar esta unidad implícita en la forma visible de la plena comunión", concluye el comunicado.
La comunión anglicana sufrió una importante ruptura interna luego de que algunas de sus comunidades aprobaran la ordenación de obispos homosexuales y mujeres "obispos". En noviembre de 2009, el Papa Benedicto XVI publicó la constitución apostólica Anglicanorum coetibus, en la que establece el modo en el que los anglicanos que así lo deseen puedan ingresar a la comunión plena de la Iglesia Católica
 

Cardenal Koch a los coptos: Los cristianos deben buscar juntos la paz

El presidente del dicasterio por la unidad de los cristianos con las víctimas de Alejandría
 "Todos los cristianos deben estar unidos frente a la opresión y deben buscar juntos la paz que sólo Jesús puede dar": éste es el mensaje del cardenal Koch con motivo de la celebración de la Navidad de la comunidad copta de Roma.

El presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos ha dirigido un mensaje al obispo de la Iglesia copto ortodoxa en Italia, monseñor Barnaba El Soryany, con motivo de la Navidad de los cristianos de Oriente, celebrada la noche del 6 al 7 de enero (fecha del calendario juliano) por la comunidad copta de Roma.

El mensaje fue leído en nombre del cardenal Koch por su representante, el padre Gabriel Quick, responsable para las Iglesias orientales en ese mismo dicasterio.

Recordando la masacre del 31 de diciembre, el cardenal Koch expresa su "profundo dolor" por la "trágica noticia del atentado que causó numerosos muertos y heridos entre los cristianos coptos cuando un coche bomba explotó ante la iglesia de Todos los Santos de Alejandría, después de la misa de medianoche para la celebración del Año Nuevo".

"En este momento de dolor, estoy unido por la oración a vosotros y a la comunidad cristiana copta -añade el purpurado-. Juntos compartimos este dolor, juntos rezamos por la curación, por la paz y por la justicia".

El cardenal Koch recuerda el mensaje de Benedicto XVI, indicando que "el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos hace suyas las palabras pronunciadas por el Papa Benedicto XVI cuando se enteró de la noticia del atentado.

En aquel momento, el Pontífice dijo: "Rezo por las víctimas y sus familias y aliento a las comunidades eclesiales a perseverar en la fe y en el testimonio de no violencia que nos viene del Evangelio".

Benedicto XVI: el ecumenismo, camino necesario.

Audiencia a la delegación ecuménica de Finlandia en ocasión de la fiesta de San Enrique

Alle ore 11.45 di questa mattina, il Santo Padre Benedetto XVI riceve in Udienza una Delegazione Ecumenica della Chiesa Luterana di Finlandia in occasione dell’annuale Pellegrinaggio ecumenico a Roma, per celebrare la Festa di Sant’Enrico, patrono del Paese.
Riportiamo di seguito le parole di saluto che il Papa rivolge ai presenti:
  • SALUTO DEL SANTO PADRE

  • Eure Exzellenzen!
    Liebe Freunde aus Finnland!
    Mit großer Freude heiße ich Sie anläßlich Ihrer jährlichen ökumenischen Pilgerfahrt nach Rom zur Feier des Festtags des heiligen Heinrich, des Schutzpatrons Ihres geliebten Landes, willkommen. Jedes Jahr zu dieser Zeit gibt diese traditionelle Wallfahrt Zeugnis von den offenen, freundlichen und kooperativen Beziehungen, die zwischen Lutheranern und Katholiken sowie allgemein unter allen Christen in Ihrem Land aufgebaut worden sind.
    Das Ziel der ökumenischen Bewegung – die volle Einheit im Glauben – haben wir noch nicht erreicht, aber im Dialog dieser letzten Jahrzehnte sind doch viele Elemente der Übereinstimmung und der Annäherung gereift, die uns in unserer gemeinsamen Sehnsucht, in unserem gemeinsamen Willen bestärken, den Auftrag unseres Herrn Jesus Christus zu erfüllen, „daß alle eins sein mögen" (Joh 17,21). Ein solches vor kurzem erzieltes beachtenswertes Ergebnis, von dem Sie gesprochen haben, war der Abschlußbericht zum Thema der Rechtfertigung im Leben der Kirche. Er wurde von der nordischen lutherisch-katholischen Dialoggruppe in Finnland und Schweden erarbeitet, deren Mitglieder sich im vergangenen Jahr treffen konnten. In der Theologie und im Glauben hängt alles zusammen. Daher wird ein tieferes, gemeinsames Verständnis der Rechtfertigung uns auch helfen, das Wesen der Kirche besser gemeinsam zu verstehen und eben – worauf Sie angespielt haben – das bischöfliche Amt miteinander zu verstehen; und uns auch helfen, so in einer wesentlichen Gestalt der Kirche zur Einheit zu finden und damit auch besser fähig zu sein – wie Sie sagen –, den fragenden Menschen von heute den Glauben darzustellen und verständlich zu machen, so daß sie sehen, daß er Antwort ist, daß Christus unser aller Erlöser ist. So bleibt auch unsere Hoffnung aufrecht, daß unter der Führung des Heiligen Geistes viele eifrige, kompetente und ökumenisch engagierte Menschen weiter ihren Beitrag für die Verwirklichung der großen ökumenischen Aufgabe leisten werden und unter der Führung des Heiligen Geistes vorangehen können. Dies gesagt, ist auch schon miteingeschlossen, daß die Wirksamkeit unserer ökumenischen Bemühungen nicht allein aus Studium und Diskussion kommen kann, sondern vor allem von unserem beharrlichen Beten und unserem Leben nach dem Willen Gottes abhängt, weil die Ökumene nicht unser Werk, sondern Frucht von Gottes Wirken ist.
    Zugleich ist uns allen bewußt, daß der ökumenische Weg in den letzten Jahren in mancher Hinsicht schwieriger, auf jeden Fall anspruchsvoller geworden ist. Fragen bezüglich der ökumenischen Methode und der Errungenschaften der vergangenen Jahre, Ungewißheiten bezüglich der Zukunft, Probleme unserer Zeit mit dem Glauben überhaupt, stehen im Raum. In diesem Licht bleibt Ihre jährliche Pilgerfahrt nach Rom zum Fest des heiligen Heinrich ein wichtiges Ereignis, ein Zeichen und eine Ermutigung für unser ökumenisches Bemühen, für unsere Gewißheit, daß wir miteinander auf dem Weg sein müssen und daß Christus der Weg für die Menschheit ist. Ihre Wallfahrt hilft uns, mit Freude auf das zurückzublicken, was erreicht wurde, und mit dem Wunsch in die Zukunft zu schauen, für ein verantwortungsvolles und vom Glauben erfülltes Engagement Sorge zu tragen. Anläßlich Ihres Besuches wollen wir unsere Gewißheit bekräftigen, daß der Heilige Geist, der die ökumenische Bewegung erweckt, begleitet und bis zum heutigen Tag fruchtbar gemacht hat, auch weiterhin damit fortfahren wird.
    Ich habe die feste Hoffnung, daß Ihr Besuch in Rom die künftige Zusammenarbeit zwischen Lutheranern und Katholiken, ja, unter allen Christen in Finnland stärken wird. Im Hinblick auf die bevorstehende Gebetswoche für die Einheit der Christen wollen wir beten, daß der Geist der Wahrheit uns in noch größerer Liebe und Brüderlichkeit voranführe. Gott schenke Ihnen seinen reichen Segen in diesem gerade begonnenen Jahr.

    martes, 11 de enero de 2011

    Presentación del Arzobispo de Pamplona-Tudela al Opúsculo que editan las Misioneras Ecuménicas para esta Semana de la Unidad 2011

    Al celebrar, la Semana de la unidad de los cristianos, ruego a todos los cristianos de nuestra Diócesis de Pamplona-Tudela que ofrezcamos plegarias para que la oración de Jesucristo:  “Padre que todos sean uno”, se cumpla cuánto antes.  Si seguimos la enseñanza de los apóstoles caerán muchas barreras que impiden la auténtica unidad; si estamos hermanados la fuerza del amor hará posilbe que los humanos vivamos el mandamiento de Jesucristo:  “Amaos como yo os he amado”, y si vivimos la Eucaristía como centro y cumbre de la vida cristiana tendremos la fuerza de ser fieles hijos de Dios que al ser testigos cualificados se haga camino la propuesta que Cristo nos manifestó:  “Cualquier cosa hagáis al más pequeño, a mí me lo hacéis”.  La Iglesia espera los mejor de sus hijos y la sociedad está sedienta de paz, de justicia y de armonía social.  De ahí que la semana de la unidad ha de servir para aunar todos estos objetivos que sentimos desde los más profundo de nuestro interior.  La oración constante y ofrecida será la mejor forma de condimentar, alimentar y cumplir el deseo de Jesucristo.  ¡No nos cansemos de rezar al Padre para que la unidad sea cumplida en nuestros corazones!  En comunión con toda la Iglesia vivamos la semana de la unidad como un momento de gracia y luz.

    Ora por la Paz y la Unidad

    Semana de Unidad 2011

    "Unidos en la enseñanza de los apóstoles,  
     la comunión fraterna, la fracción del pan y la oración"
    (Cfr. Hch 2, 42)

    Texto bíblico
    (Hch 2, 42-47)
    "Todos se mantenían constantes a la  hora de escuchar la enseñanza de los apóstoles, de compartir lo que tenían, de celebrar la cena del Señor y de participar en la oración.  Todo el mundo estaba impresionado a la vista de numerosos prodigios y señales realizados por los apóstoles.  En cuanto a los creyentes, vivían todos de mutuo acuerdo y todo lo compartían.  Hasta vendían las propiedades y bienes, y repartían el dinero entre todos según la necesidad de cada cual.  A diario acudían al Templo con constancia y en íntima armonía, celebraban en familia la cena del Señor y compartían juntos el alimento con sencillez y alegría sinceras.  Alababan a Dios, y toda la gente los miraba con simpatía.  Por su parte, el Señor aumentaba cada día el grupo de los que estaban en camino de salvación."
    Biblia traduccion interconfesional (Madrid 2008)

    martes, 4 de enero de 2011

    PAZ EN EL MUNDO

    Encuentro Ecuménico en Asís

    Durante el primer Ángelus del año, Benedicto XVI reiteró la necesidad de paz y de libertad religiosa en el mundo, amenazadas por los extremismos laicistas y fundamentalistas y anunció el encuentro que en octubre reunirá en Asís, a los líderes de las diversas confesiones cristianas y de todas las tradiciones religiosas del mundo.

    El Papa se refirió a las dos tendencias opuestas que se dan en torno a la religión: por una parte, el laicismo que con frecuencia de manera encubierta, margina la religión para limitarla a la esfera privada; por la otra, el fundamentalismo, que en cambio quisiera imponerla a todos por la fuerza. 

    El Papa recordó que en realidad, Dios llama hacia sí a la humanidad con un designio de amor que mientras involucra a toda la persona en su dimensión natural y espiritual, requiere ser correspondida en términos de libertad y de responsabilidad individual y comunitaria. “Allí donde se reconoce efectivamente la libertad religiosa- subrayó el Santo Padre- la dignidad de la persona humana es respetada en su raíz y, a través de una sincera búsqueda de lo verdadero y del bien, se consolida la conciencia moral y se refuerzan las mismas instituciones y la convivencia civil. Por ello, la libertad religiosa es la vía privilegiada para construir la paz”.

    "En el próximo mes de octubre, anunció, iré como peregrino a la ciudad de san Francisco, invitando a unirse en este camino a los hermanos cristianos de las diversas confesiones, a los exponentes de las tradiciones religiosas del mundo e, idealmente, a todos los hombres de buena voluntad, con el fin de hacer memoria de aquel gesto histórico querido por mi predecesor y renovar solemnemente el compromiso de los creyentes de cada religión de vivir la propia fe religiosa como servicio por la causa de la paz. Quien está en camino hacia Dios no puede sino transmitir paz, quien construye paz no puede sino acercarse a Dios".

    Cristianos asesinados

    (Santiago Agrelo, arzobispo de Tánger).- Dentro de la iglesia había un millar de fieles. Fuera, un fanático, probablemente un plagiado, esclavo de un grupo de poder y no discípulo de una comunidad creyente, había decidido sacrificar la vida de aquellos fieles a la mayor gloria de una ideología egoísta y criminal que, despreciando al hombre, desprecia a Dios.
    Necesito recordar palabras antiguas como la fe que he recibido: "Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros... Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán... Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió... Os he hablado de esto para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de las sinagogas; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios".
    Puede que algunos endiosados piensen también que un cristiano menos represente una posibilidad más de futuro para la humanidad.
    Nada tengo que pedir a los que matan, pues pertenecen a ese género de hombre que tiene ojos pero no ve, tiene oídos pero no oye, tiene corazón pero no sabe de amor. Así que mejor no perder mensaje ni tiempo.
    Nada tengo que decir tampoco a los muertos, pues son sólo del Señor y de nuestros afectos.
    Pero he de decir algo a la comunidad herida, hombres y mujeres que creen, sufren y son probados en su fe, no porque tema que vayan a dejar de creer, sino porque pueden caer en el infierno deshumanizado en que se mueven quienes los persiguen.
    A la comunidad cristiana pido un canto de agradecimiento a nuestro Dios y Padre, por la fe que nos ha dado, y por la gracia de que tantos hermanos hayan dado testimonio de esa fe, no sólo con la vida, sino también con la muerte.
    A ese canto siempre nuevo de la Iglesia madre de mártires, hemos de añadir la súplica siempre antigua por quienes nos persiguen y calumnian, y el amor siempre renovado por quienes nos injurian.
    Y una advertencia hoy más que nunca necesaria para todos: no dejes que el crimen de los que profanan la gloria de Dios en el hombre sirva de coartada al arraigo en tu corazón de sentimientos contrarios a nadie. Que nadie quede fuera de tu misericordia.

    + Fr. Santiago Agrelo
    Arzobispo de Tánger

    lunes, 3 de enero de 2011

    Los gobiernos de los países árabes deben frenar la violencia contra los cristianos

    Como todos los años, el 1 de enero se reunió una gran multitud de fieles en el Patriarcado latino de Jerusalén para comenzar el año en oración. Su Beatitud Mons. Fouad Twal presidió la misa pontifical en honor de María, Reina de la Paz, rodeado por numerosos obispos y exarcas patriarcales de las Iglesias orientales católicas, y del Custodio de Tierra Santa, abades y superiores y más de 30 sacerdotes.

    En presencia de la mayor parte de las congregaciones religiosas que desarrollan su misión en este país, el Patriarca ha saludado en su homilía particularmente a los que han pasado su primera Navidad aquí, al servicio de la Tierra Santa, recordando también la tragedia que ha afligido a las hermanas franciscanas del Corazón Inmaculado de María.

    Hablando, en árabe, de las cosas positivas y negativas del año pasado, ha destacado algunas líneas de actuación con respecto del año nuevo en los ámbitos del “diálogo ecuménico e interreligioso”, de “consolidación de la fe del pueblo de Dios, gracias a la lectura cotidiana de la Palabra de Dios” y de acogida a los peregrinos que visitan Tierra Santa, cada año más numerosos. En italiano, y después en francés, el Patriarca ha recordado el drama de la emigración de los cristianos de Oriente Medio, en particular de Tierra Santa, una “pérdida para la Iglesia universal, para los musulmanes y también para los judíos. Los cristianos pueden desempeñar un papel de mediadores en un conflicto que dura ya demasiado tiempo”.

    Hablando de las divisiones entre los cristianos como motivo de la convocación del Sínodo, Su Beatitud ha hablado del “deseo de los cristianos locales de ver equiparada la fecha de la Pascua”, un deseo que se encuentra en la lista de propuestas finales del Sínodo. Ha sido el Patriarca quien ha dado la noticia del atentado que ha sufrido, durante la noche, una comunidad de cristianos en una iglesia de Alejandría, Egipto, mientras celebraban la misa de Navidad, provocando 21 muertos y 43 heridos, según un primer balance provisional. “Esta nueva masacre, ha dicho el Patriarca, debe empujarnos a reflexionar sobre nuestra vocación de cristianos en esta región que no puede rechazar abrazar la Cruz. El discípulo no es mayor que su Maestro”.

    Dirigiéndose al Señor, el Patriarca ha añadido: “Si Tú permites que suframos, danos también el valor para seguirte”. El Patriarca ha hablado después de los 63 años de conflicto entre Israel y Palestina, afirmando con énfasis que “la violencia y las armas no resolverán nada”. La misa dedicada a la paz a través de la intercesión de María ha continuado en la contemplación. Tras la bendición final, Su Beatitud y distintos Ordinarios de Tierra Santa han recibido las felicitaciones para este nuevo año de los fieles presentes en la iglesia.

    Volviendo a la masacre de la noche pasada en Egipto, el Patriarca ha comentado: “Tenía la intención, en mi homilía, de hablar de la masacre de Iraq y he sabido de la noticia en Alejandría. Todo esto pone nuestros esfuerzos, nuestras esperanzas y nuestras expectativas de nuevo en dificultad. Ciertamente, el Santo Padre mencionará a Egipto en su mensaje de paz desde Roma, pero es inútil decir que todos los días afrontamos nuevos problemas. ¿Cuánto durará esto? La oración por la paz y la libertad religiosa está siempre de actualidad, día y noche”.

    Según el Custodio de Tierra Santa: “Son los gobiernos de los países árabes los que deben actuar para no consentir que sucedan tales sucesos. No es, de hecho, la primera vez, sobre todo en Egipto, que esto sucede. ¿Y qué ha hecho el gobierno?, ¿qué está haciendo para dar refugio a los eritreos? Los gobiernos de los países árabes tienen el deber de actuar y frenar la violencia contra las minorías, especialmente la cristiana”. “¡Ánimo, ánimo!”, ha repetido en numerosas ocasiones el Patriarca con una sonrisa para desear un feliz año nuevo a todos.