sábado, 30 de octubre de 2010

A MARÍA, MADRE DE LA UNIDAD

María de Nazareth
Virgen Madre, de la familia humana,
redimida por un solo sacrifico;
acoge y reune en el seno de tu amor universal,
a los dispersos miembros místicos de tu Hijo unigénito.
Tú sigues derramando todavía hoy,
el llanto que derramaste sobre sus llagas;
al contemplar en el cuerpo llagado de la humanidad
la gangrena del pecado que divide a tus hijos.
Aunque olvidemos tu piedad materna, 
no por eso disminuye tu amor vigilante,
ni renuncias a interceder por nosotros.
Revela los tesoros de tu corazón,
al que todavía los ignora; 
sonríe con esa misericordia tuya que convence,
al que te desconoce;
pedona y repite la invitación a volver,
al que ha renegado de ti.
Madre de la Unidad,
reune con tu encanto inmaculado a los que están dispersos,
llama a los errantes.
Madre verdadera de todos,
retorna los pasos inciertos
por el camino que conduce al único Redil,
para que se haga de todos un solo Rebaño.
Amén
(Mons. Giulio M. Penitenti)

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