viernes, 5 de noviembre de 2010

AÑO 2010

Siempre me he sentido muy dolorido por la falta de unidad que hay entre los cristianos.  Es un testimonio negativo que debe venir resanado pues ya Cristo rezó para que la unidad fuera el distintivo de sus discípulos.  Desde este testimonio daríamos un buen servicio de amor a la humanidad que se encuentra, tantas veces, fuera de una orientación justa.  El lema de este año nos insiste para que testifiquemos todas estas cosas que darán un respiro especial a un mundo que necesita mayor oxígeno de paz, amor y concordia.  Deseo que en la Diócesis caminemos con esta disposición y que vivamos más unidos en la enseñanza de Jesucristo, para que formando una familia de auténticos hijos de Dios mostremos que la fraternidad es el distintivo verdadero del cristiano y de aquel que se precia ser discípulo de Jesucristo.  Recemos con intensa devoción y tendamos los puentes de la unidad, a la que Cristo nos invita, para que muchos crean en Él que es el Hijo de Dios.  Con mi afecto y bendición.

Francisco Pérez González
Arzobispo de pamplona-Tudela

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