viernes, 5 de noviembre de 2010

REVOLUCIÓN TRANQUILA-BENEDICTO XVI

El rottweiler alemán. Es uno de los apodos con los que se conoce a Benedicto XVI, que responde a su supuesto carácter difícil. Lejos de esto, del Gran Inquisidor, la más extensa biografía del Papa le define como un hombre afable, sencillo y con un gran sentido del humor. Es la radiografía que Pablo Blanco Sarto, profesor de Teología de la Universidad de Navarra, hace del Pontífice en Benedicto XVI. El Papa alemán (Planeta).
¿Quién es Benedicto XVI?
Un hombre sencillo, cordial y cercano, para nada altivo o prepotente, y un gran intelectual. Es alegre y muy irónico; no es un hombre de carcajada, pero sí de sonrisa. Incluso en 1989 recibió el Premio Karl Valentin por su sentido del humor.
Describe a un hombre alejado de la imagen un tanto distante que tenemos de él.
Esa imagen corresponde a un cliché apresurado. No es el Gran Inquisidor, es un tipo que dice cosas sensatas, incluso bonitas. Aunque a veces la puesta en escena de Benedicto XVI no es perfecta.
¿En qué falla?
En detalles que un asesor de imagen no pasaría. Cuando fue elegido Papa, apareció en el balcón de San Pedro con un jerseicillo por debajo de las vestimentas papales. Tampoco es escénicamente tan perfecto como era Juan Pablo II.
¿Pero es un buen líder?
Sí. No tiene la simpatía externa de su antecesor, pero sí una gran capacidad de empatía. Tiene grandes virtudes, como su inteligencia: entiende los problemas, dialoga y comprende al contrario.
¿Es un hombre abierto a los cambios sociales o científicos?
Se hace cargo de los cambios pero se ve en la obligación de anunciar la verdad de Jesucristo. Ya en 1985 publicó un documento en el que decía que a los homosexuales había que tratarles con toda la delicadeza, que los gays cristianos eran tan cristianos como cualquier otro.
Con Joseph Ratzinger al frente, ¿la Iglesia católica se irá abriendo?
No es un hombre de rompe y rasga, avanza con paso lento. Benedicto XVI puede hacer una revolución tranquila, silenciosa, que llevará grandes sorpresas.
En sólo cinco años ha gestionado grandes escándalos. El último, el de la pederastia.
Él es el abanderado número uno de la tolerancia cero con los abusos sexuales, y ha cogido el toro por los cuernos.
¿A qué retos se enfrenta?
El principal es la unidad de los cristianos, un tema muy de Ratzinger. Y también el entendimiento con otras religiones. Su razón es abierta, la religión de los sentimientos.
¿Qué supone esta visita?
Es una buena oportunidad para Barcelona. Será un viaje rentable, en términos económicos y espirituales.

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